viernes, 2 de marzo de 2012

A Matilde no le daría tanta felicidad la sonrisa de un niño si supiese que en unos segundos va a tener una batidora incrustada en su ojo derecho. Juancito en cambio sí tiene un buen motivo para estar feliz. Qué loca es la felicidad, ¿no?

1 comentario:

Vainilla dijo...

Los niños vienen cada vez mas resueltos y determinados.
brindo por eso.
apologia -not